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Delfines los mas cercanos al hombre

Delfines, los seres del mundo animal más próximos a nosotros y
más factibles para el desarrollo de la investigación comunicacional con humanos.
Son reconocidos Personas NO Humanas lo cual implica que son titulares de derechos
que le permite tener garantizado un desarrollo de su vida en su hábitat correspondiente.

 

Los delfines oceánicos (los hay también de río: en el Amazonas y en el Ganges, por ejemplo) son una especie muy diversa de cetáceos que cuenta con 34 variedades. Llegan a medir hasta 9 metros de largo, tienen un cuerpo fusiforme y su cabeza, caracterizada por un hocico alargado, es voluminosa: el abombamiento típico de la frente, sobre la mandíbula superior, podría actuar como una especie de «pantalla digital de telecomunicaciones» capaz de recibir y emitir información codificada y telepática a través del medio acuático.
Como el resto de los cetáceos, es más que probable que utilicen sus silbidos, sus danzas y piruetas acrobáticas no sólo como juego, también para comunicarse, orientarse y perseguir a sus presas; además, como los murciélagos, utilizan la ecolocalización ultrasónica.
Sus silbidos comunicarían, con toda probabilidad, alerta, protocolos sexuales de comportamiento e información «inteligente» (se investiga, yo creo que más bien podemos tomarlo a broma, en un programa informático de «traducción de delfines» que nos permitiría, se supone, ampliar el marco comunicacional con estos seres marinos).
Pero también parecen disponer de una gama comunicacional capaz de transmitir una gran variedad de estados emocionales: existiría pues una «inteligencia emocional de los delfines».
Desde luego sabemos que poseen el cerebro mucho más grande que el nuestro, es el más grande de todos los mamíferos, que su sentido del tacto es extraordinario y que su percepción ultrasónica podría permitirles ver a través de los cuerpos, como en una ecografía.
Que adoran la música, tal vez por su fina apreciación de las cadencias rítmicas comunicacionales.
Y hay quien cree que parecen disfrutar enormemente con el contacto con las personas, sobre todo si reciben recompensa.
Dicen, incluso, que su inteligencia podría ser, en su hábitat, muy superior a la nuestra. Al menos sería otra forma de inteligencia nada desdeñable.
Existen, desde luego, otras formas de inteligencia, y no sólo en el infinito universo y sus mundos, también formas desconocidas de «excelencia intelectual animal» en el nuestro; no olvidemos tampoco a los chimpancés.
De todos modos, como en todo, hay luces y sombras: existen náufragos que manifiestan haber sido salvados en alta mar por delfines que parecían comprender su difícil situación de supervivencia, pero también hay quien afirma haber sido atacado por ellos, tal vez porque podrían habían padecido alguna mala experiencia, ver atrapados en redes de pesca hasta la muerte a algún congénere, por ejemplo.

Sea como fuere el camino de la investigación con delfines está abierto bajo dos perspectivas innovadoras interesantes: La comunicación telepática.
Quienes la han experimentado afirman y defienden su existencia. Se han hecho experiencias de partos en el agua en compañía de delfines y parece que existe una especial comunicación entre éstos y el bebé recién nacido.
Esa capacidad telepática podría relacionarse con una especial utilidad comunicacional y terapéutica. particularmente propia de estos mamíferos. Por ejemplo en casos de alteraciones graves del desarrollo, autismo o síndrome de Down.

Andrés Tripero, Tomás de
Fuente: Revista Einnova


El lado oculto del delfín

Los delfines han llamado la atención y se han ganado la simpatía de los seres humanos desde tiempos inmemoriales.
Ya los mitos griegos nos hablan de delfines curiosos que por propia voluntad buscaron la compañía de los seres humanos, especialmente de los niños, en las costas del mar mediterráneo.
Historias similares se repiten en las culturas que habitaban las costas de los diversos mares del mundo.
Parece que, de alguna manera, desde el inicio de los tiempos la atracción entre el ser humano y el delfín ha sido recíproca.
Algunos de los mitos sobre los delfines han llevado a una visión del delfín, influenciada por la cultura llamada “de la nueva era”, un poco distorsionada con respecto a su real naturaleza.
Muchas veces me encuentro con gente supuestamente amante de estos animales que al saber que me dedico a estudiarlos comienzan a mostrarme todo tipo de ideas y falsas creencias que se resisten bastante, por cierto, a cualquier análisis y argumento crítico.
Creo que esta sordera se debe más a una proyección en los delfines de fantasías personales que al animal en sí mismo.
Toda la literatura del delfín como animal “espiritual”, en contraposición a los demás animales, no hace sino alejarnos aún más de lo que realmente son y las demás especies.
El hecho de que unos ciervos salten sincronizadamente no deja de ser para muchos solamente un comportamiento estereotipado y rígido que sólo atrae a cazadores y fotógrafos, pero si los delfines lo hacen, entonces es que deben están alegres y es un show en honor a nosotros, o incluso pueden llegar a ser señales para comunicarse con los atlantes o con los extraterrestres.
Si esto es cierto, también está el extremo opuesto: el de los que los confunden y pescan y consumen como si fueran peces, lo que está llevando al borde la extinción a muchas poblaciones e incluso a especies completas de delfines.

Lo primero que hay que entender es que el delfín no es ni un pez ni un ángel sino un mamífero que, al igual que nosotros, tiene pocas crías a lo largo de su vida –en comparación a los peces–, las alimenta de leche y establece vínculos afectivos prolongados con su descendencia
(¡se ha documentado incluso el caso de un delfín que amamantó a su cría durante más de 16 años!).
Además, son animales longevos (la orca, el mayor de los delfines, puede vivir más de 70 años) y sociales, e incluso podemos decir que cada delfín posee de alguna manera su propia y característica personalidad.
Finalmente, no hay que olvidar que en la base de todas sus conductas está la adaptación y la lucha por su supervivencia y, en última instancia, por su reproducción, al igual que cualquier otro animal.

Las hembras de delfín invierten mucha energía en sacar adelante a sus crías para que sobrevivan, ya que al igual que en nuestra especie y en la de los grandes mamíferos, tienen generalmente partos de una sola cría.
El costo es tal que en muchas especies de delfines, como por ejemplo la orca, no sobrevive más del 50% de ellas.
También, como en todo reino animal, los machos invierten mucha energía para poder reproducirse con las hembras.
Esta tendencia evolutiva ha llevado a que se creen alianzas entre dos o tres machos e incluso que estas alianzas se asocien a otras alianzas para generar “superalianzas” frente a otros grupos y que literalmente busquen y logren raptar y someter a las hembras de los otros bandos.
Se han documentado incluso casos de infanticidio.
Al igual que lo que ocurre en los leones y otras especies, algunos machos de delfines matan a las crías de otros machos con tal de que la hembra quede nuevamente en estado reproductivo y así esté receptiva a dejarse copular por ellos (esto evolutivamente tiene la función de eliminar de la cancha los genes de los otros machos y privilegiar los propios).

Además, si bien existen algunas poblaciones en las que se realizan estas alianzas entre los machos.
La mayoría de los delfines presentan sociedades de fusión-fisión, es decir, de relaciones esporádicas y vínculos poco estables entre ellos, a excepción de las asociaciones con el vínculo madre-cría en los primeros años, y el de las orcas, donde tanto machos como hembras tienden a permanecer junto a su familia durante toda la vida.
Esto implica que los delfines no son para nada el ejemplo de parejas fieles y monógamas que duran para toda la vida.
Como muchos románticos de la nueva era creen, ya que, en general presentan una marcada bisexualidad y promiscuidad en el sentido de que, es común , encuentros de naturaleza sexual tanto entre individuos del mismo sexo como del sexo opuesto.
Estos encuentros sexuales, cuyo fin obviamente no es únicamente la reproducción, pueden cumplir diversas funciones, tales como, el establecimiento de jerarquías, la resolución de conflictos o el establecimiento y manutención de vínculos afectivos y alianzas dentro de los miembros del grupo.

Aunque nos hemos acostumbrado a los espectáculos con delfines hoy en día la critica al respecto es mucha aunque paradojicamente es una manera de acercarnos a ellos.  Sea cual sea el caso, la curiosidad y atracción que los delfines nos provocan ha llevado a que se los haya capturado y recluido para espectáculos, con ganancia segura para los dueños del evento debido a su gran popularidad.
En estos recintos, además del show principal, son comunes los programas de nado con delfines y la llamada delfinoterapia.
Terapia que promete sanación gracias a los poderes ocultos del sónar de los delfines quienes, supuestamente, al igual que una ecografía, auscultarían al enfermo, se darían cuenta del problema y modificarían las anomalías utilizando su ultrasonido y así curarían milagrosamente todo tipo de dolencias y enfermedades a quienes tengan la oportunidad de ser tratado por el doctor delfín.
Pero la eficacia de la delfinoterapia no está probada científicamente y los pocos trabajos serios que hay al respecto desmienten sus poderes.
De hecho, algunos afirman que el sonar se perdería en cautividad debido a que este rebotaría entre las cuatro paredes del tanque al ser emitido, confundiendo con ello al delfín, al igual que ocurriría con un ser humano encerrado en una habitación construida enteramente por espejos.

Además, los estudios serios nos dicen que los cambios acontecidos en los pacientes se deberían a otras variables tales como los cambios producidos en la propia familia por la novedad y la expectativa del delfín milagroso y/o por el propio efecto del agua como hidroterapia.
Así pues, no es que no existan cambios positivos en los pacientes, pero son los mismos que podrían lograrse con cualquier otro animal doméstico o mascota entrenada para apoyar complementariamente las terapias convencionales.
Es decir, los efectos del delfín no son mayores de los que ocurren con la terapia con caballos, perros o gatos o cualquier otro animal entrenado especialmente para estos fines.

La verdadera diferencia entre el delfín y los otros terapeutas animales es que muy pocos saben lo que si se piensa un poco es bastante obvio, que todo esto se hace a costa muchas veces de la salud de un animal que necesitaría desplazarse muchos kilómetros diarios para nadar y sobre todo, que necesita agua marina, hasta ahora irremplazable artificialmente, para llevar acabo las actividades naturales que aseguran el bienestar de su especie.
Dada esta obviedad, está claro que muchos se enferman tanto física como mentalmente y mueren antes de tiempo.

 

 

El famoso delfín Flipper fueron muchos Flippers que morían e iban siendo reemplazados, al igual que las orcas que constantemente mueren y son reemplazadas en Sea World.
De hecho, el entrenador de los numerosos Flippers es hoy en día el principal activista en contra de la captura y cautiverio de los delfines.

Además, hay que recalcar que no todos los delfines son adecuados para los programas de nado y menos de delfinoterapia, ya que algunos son violentos (generalmente los machos) y otros excesivamente lascivos.
Mientras la gente común o los que presentan problemas tales como el autismo nadan con ellos, estos, por su parte, pueden estar fijados social y afectivamente al ser humano y no a otros delfines, identificando a los seres humanos como su propia especie.
Esto, junto a su potencial alteración psicológica debido al poco espacio y la falta de vínculos sociales con sus pares, presentan algunas conductas anormales tales como masturbarse compulsivamente e intentar copular con los nadadores humanos.
El lado más oculto es que existen muchos casos de nadadores y entrenadores gravemente heridos e incluso asesinados por delfines, todos casos ocurridos en cautividad y ocultos a la opinión pública por los dueños de acuarios.
Detrás de la sonrisa permanente dibujada en el rostro del delfín, que no refleja su verdadero estado emocional, sino que ,es fruto de no tener músculos faciales y detrás del aura mística que muchas veces es adjudicada a ellos, se oculta un mamífero que retornó al mar.
Es un ser vivo más parecido a todo animal vivíparo que alimenta a sus crías con leche por medio de mamas , un animal que si se aprecia tal cual es, se vuelve una especie aún más fascinante y compleja que supera los mitos que la rodean y que alberga misterios asombrosos como cualquiera de las otras especies de seres vivos que existen y han existido en nuestro planeta.
Fuente www.misiongaia.blogspot.com.ar

 

El concepto de delfines militares se refiere a cetáceos entrenados para cumplir fines militares.
Han sido utilizados por los EE.UU. y por la URSS-Rusia

Desde la época de la Guerra Fría los delfines se usan por parte del la Marina estadounidense con fines bélicos debido a su gran inteligencia: ya sea como localizadores de minas, como espías (transportando equipos de detección ópticos o electrónicos) o directamente como soldados, atacando a buzos o embarcaciones. Estos delfines están bajo una Unidad que se conoce como «Unidad de Mamíferos Marinos».

El Pentágono ha confirmado el uso de delfines en el golfo Pérsico para el dragado de minas y la detección de buceadores.
Al igual que los perros antitanque, los delfines son entrenados y usados con fines bélicos, en este caso en el medio subacuático. Se los adiestra para que transporten, coloquen o retiren minas explosivas magnéticas bajo el casco de embarcaciones militares metálicas.Cuando colocan minas, su labor no es suicida, ya que huyen tras la colocación de la bomba y pueden ser usados para una futura nueva misión.
Fuente: www.elmundodelosanimales.com

 

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